lunes, 11 de octubre de 2010

ESCENCIA DE LA ETICA PROFESIONAL EN LOS DOCENTES

¿COMO PUEDE DEFINIRSE LA ETICA PROFESIONAL?
 Puede definirse como la ciencia normativa que estudia los deberes y los derechos profesionales de cada profesión. También se le llama Deontología.

La ética profesional tiene como objeto crear conciencia de responsabilidad, en todos y cada uno de los que ejercen una profesión u oficio, esta, parte del postulado de que todo valor esta íntimamente relacionado con la idea de un bien.La ética profesional se sustenta o toma bases fundamentalmente en la naturaleza racional del hombre.La profesión es una capacidad cualificada requerida por el bien común, con peculiares posibilidades económico-sociales.
El ser profesionales dignos representa la excelencia, gravedad, decoro que tiene la persona y el respeto consigo mismo.




¿Cómo crees tú poder ser un gran profesor?
 Un buen profesor ha de ser, sin duda alguna, un experto en su materia y en la técnica didáctica relacionada con su especialidad, pero al mismo tiempo ha de ser, también, alguien que comprende que los aspectos éticos de la labor docente forman parte de la entraña misma de su trabajo cotidiano, de modo que estos aspectos no son un adorno, no son un añadido vistoso para dar una buena imagen, sino la clave y el sentido mismo de su quehacer.
Por ello, lo que puede hacer la ética de los profesores por aquellas personas que estudian esta materia es aumentar la probabilidad de que sean unos profesionales más comprometidos con unos valores éticos que consideramos deseables y razonables, y desde ese compromiso ético es posible que se genere el impulso necesario para ser al mismo tiempo unos profesores técnicamente capaces y éticamente exigentes. Ambos aspectos –lo técnico y lo ético son sin duda inseparables para ser un profesional completo, un buen profesional, un profesional excelente. Ningún padre responsable y que ame a sus hijos dejará a éstos en manos de un profesor a quien considere muy capaz técnicamente pero éticamente impresentable, al menos si puede evitarlo. Porque el aspecto ético no es una cuestión menor o secundaria en un profesional, sino una condición indispensable para merecer la confianza de quienes reciben los servicios que presta dicho profesional. Por todo ello, parece necesario que el profesional de la docencia tenga ocasión de formarse en cuestiones éticas. Sabemos que tal formación no hará desaparecer todos los casos de falta de ética de profesores que actualmente suceden, y que sin duda seguirán ocurriendo, pero  también es cierto que una buena formación ética puede ayudar a reducir en gran medida ese tipo de casos.

¿Qué reclama la profesión de profesor?
Reclama un tipo de personas que traten de tener la moral alta, que renueven a diario el compromiso ilusionado con la noble tarea de estimular los procesos de aprendizaje de los alumnos, tanto si se trata de jóvenes como de adultos que han decidido regresar a las aulas. Para ello es necesario que los profesores asuman plenamente la responsabilidad de mostrarles el mundo que ellos y nosotros compartimos, incluyendo la idea de que ese mundo no se reduce a lo que hay, sino que abarca también posibilidades inéditas que ellos mismos pueden descubrir, sobre todo si les ayudamos a desarrollar la inteligencia en el pleno sentido de la palabra, una inteligencia que incluye la sensibilidad ética necesaria para comprender el valor incalculable de las personas y la consecuente necesidad moral de construir juntos un mundo mejor. De ahí que la ética profesional del profesor puede y debe orientar a los profesores para asumir la parte de responsabilidad que les corresponde en la educación del alumno como persona completa, como un ser capaz de conocer y de amar, capaz de saber y de comprometerse con los valores que merecen la pena.

Por otra parte, hay que tener en cuenta que los profesores deben tener una visión de la profesión docente comprometida con la justicia social. Por ello debemos recordar múltiples reflexiones acerca de la justicia en relación con la educación, en las que aparecen diversas alusiones al contexto histórico en el que hemos de ejercer nuestra profesión docente: el contexto de las sociedades contemporáneas como sociedades abiertas, pluralistas, complejas, en  cierta medida conflictivas, aspirantes a la democracia y a los derechos humanos, pero no siempre consecuentes en la práctica con tales aspiraciones. En estas sociedades conviven, y a menudo sólo coexisten, distintos grupos sociales enfrentados por ideologías políticas, por diversas creencias religiosas y actitudes antirreligiosas, por intereses económicos, etc. los profesores en el ejercicio de sus actividades  deben analizar su práctica cotidiana desde el punto de vista ético, y de ese modo ayudarles a descubrir posibilidades de mejora.

En este sentido, se proporcionan herramientas de reflexión para que los profesores aumenten su sensibilidad moral ante lo que ocurre en su lugar de trabajo, para que desarrollen las competencias éticas que corresponden a esta profesión, de modo que puedan descubrir oportunidades donde pareciera que sólo hay problemas. Esto implica adoptar un método de reflexión ética que incluye un momento individual, en el que el profesional medita sobre su propia actitud y su propia práctica, y también un momento comunitario, en el que se delibera con otras personas, docentes y no docentes pero afectadas por el proceso educativo, para encontrar mejores maneras de prestar servicio al alumnado. Ese método de reflexión ética también tiene, un momento de análisis, propuestas y de compromisos llevados a la práctica, y un momento de evaluación crítica acerca de lo conseguido. Ojalá estas reflexiones ayuden a superar una visión individualista de la profesión docente y promueva en su lugar una visión de la enseñanza como obra de artesanos mancomunados en la que, por ejemplo, los profesores experimentados enseñan a los profesores noveles los secretos de la profesión; cómo se entra en una clase y se consigue captar la atención de los alumnos sin perder la voz ni la compostura, cómo se logra que todos te respeten aunque no todos compartan tus puntos de vista, cómo se pierde el miedo escénico que al principio atenaza a los profesores noveles impidiéndoles hacer las cosas que habían programado con tanta ilusión, etc. La profesión docente debe dejar de ser una profesión solitaria en la que cada cual se encierra en su aula y no recibe ayuda de otros profesores ni tampoco proporciona ayuda a otros compañeros que la necesitan. Tiene que llegar a ser normal que el profesor que aspira a mejorar su práctica docente invite a entrar en el aula a otro profesor que le ayude a descubrir nuevos modos de hacer su trabajo. Igual que ya casi es normal que los profesores se reúnan en su horario laboral para compartir experiencias y estrategias que les ayuden a resolver juntos los problemas detectados y a mejorar la calidad de su enseñanza. De ese modo se irá superando también el aspecto negativo que contiene el viejo dicho “cada maestrillo tiene su librillo”: ese aspecto que presenta a la profesión docente como una profesión de individuos aislados, de francotiradores de la enseñanza, de gentes individualistas que aún no han sido capaces de ir más allá de su ego para poder hacer un trabajo de equipo que redunde en beneficio del mejor aprendizaje posible del alumnado.
Otro aspecto fundamental es el reconocimiento de que la ética profesional ha de atender a la complejidad de las relaciones que afectan al docente: la relación con los alumnos, con los compañeros, con los padres, con la institución en la que trabajan, con las directrices educativas del Estado, con las exigencias de la sociedad local y global, etc.

¿LA ÉTICA PROFESIONAL PUEDE SER UN INTERESANTE APORTE A LA MEJORA DE LA PRÁCTICA DOCENTE?
Si,  siempre y cuando logre estimular la reflexión, personal y compartida, sobre la propia actitud vital, sobre las propias actitudes morales como profesionales.
Sobre el contexto moral que rodea a la enseñanza y sobre las posibilidades que tenemos de cambiar en positivo lo que nos parezca Mejorable. En este punto, el escollo más importante quizá sea que no parece posible llegar a un acuerdo definitivo entre los profesores sobre las metas y los medios de la enseñanza, el concepto y la práctica de la educación, etc. El pluralismo moral, filosófico, político y religioso (el pluralismo ideológico en general) es un punto de partida irrebasable en las cuestiones que, como ya vio Aristóteles, no forman parte de las realidades meramente físicas, sino del complejo mundo de las decisiones humanas, siempre abiertas a Diversas posibilidades. Sin embargo, el hecho del pluralismo no Impide que podamos y debamos ofrecer propuestas razonadas y Razonables para orientar el comportamiento personal y colectivo, con tal de que seamos conscientes de que semejantes propuestas deberán confrontarse dialógicamente con otras y que nunca deben presentarse con afán de cerrar el debate de una vez para siempre.

En este sentido, ni todas las propuestas éticas valen lo mismo, ni puede pretenderse que solo una de ellas expresa la verdad definitiva sobre este tipo de cuestiones. Una ética de la docencia, si ha de servir para algo, ha de colaborar en la mejora de la profesionalidad de los profesores. Obviamente, el estudio de la ética no puede garantizar que quien la estudie se convierta automáticamente en un buen profesor en el pleno sentido de la palabra.